Bodeguera de éxito de la bodega Díez-Caballero y mujer comprometida con la sociedad y el lugar en el que vive, su objetivo es impulsar a la capital vizcaína como referente del diseño y la moda a nivel internacional. En el terreno profesional, la bodeguera acaba de presentar la añada 2010 de su vino «Victoria», cuya etiqueta ha sido diseñada por Ion Fiz.
¿El vino aporta glamour?
Sí, totalmente. Coger una botella, leer la leyenda de la etiqueta, saber algo de variedades de vino, distinguir una añada, saber qué es un Crianza o un Gran Reserva, son factores que aportan elegancia pero, sobre todo, dan origen a una buena conversación. No es lo mismo reunirse con una copa de vino que sin ella.
¿Qué supone para usted que Robert Parker, uno de los críticos vinícolas más importantes del mundo, evalúe sus vinos con buena nota?
En primer lugar es un subidón de ego, ego unido a la etiqueta Diez-Caballero y al saber hacer de la bodega, claro. Pero también es verdad que una buena puntuación te abre puertas y yo me estoy dando cuenta ahora de que en el pasado no he sabido aprovechar lo suficiente el hecho de haber tenido todos los vinos puntuados con más de 90 puntos por este crítico. De cualquier forma, Parker se pasará de nuevo por La Rioja en unos días y veremos qué pasa. Los bodegueros estamos todos con el estómago en un puño y con el come-come ese de quien se presenta a un examen. Y es que no nos engañemos, cualquier publicación en el mercado americano, tiene una difusión que aquí no conocemos. Pero es que, además, las puntuaciones de Parker tienen una repercusión más allá de Estados Unidos: el mercado asiático también lo sigue y el europeo también. Por mucho que en el Viejo Continente nos pongamos estupendos en plan “qué va a saber un americano”, en el fondo todos estamos deseando que nos evalúe bien.
¿Qué valora más, los premios y reconocimientos a su trayectoria empresarial, o que sus vinos se vendan en la Gran Manzana?
El día a día te come y eso, a veces, te deja sin perspectiva para poder analizar la dimensión de todo. Que te compren y reclamen tu vino en Nueva York es muy gratificante, pero igualmente me llena de orgullo que lo soliciten aquí.
¿Qué maridaje nos propone para disfrutar de sus vinos?
Yo siempre digo que el vino se acompaña y el mejor acompañamiento de una copa de vino es una persona inteligente. El vino desinhibe un poco, te hace mostrar la parte más amable, y que eso ocurra en medio de una conversación en la que surjan temas e historias que merezcan ser escuchadas y ser contadas, engrandece notablemente la experiencia. Dicho esto, gastronómicamente el vino no es nada difícil de acompañar. Aunque también pienso que, a veces, cuando se tiene una gran botella de vino, hay que restarle importancia a la comida y quedarse tan sólo en un picoteo cuidado, que favorezca la tertulia. Por supuesto, en una gran celebración nunca puede faltar un buen vino, pero disfrutar de una botella puede ser un acto mucho más sencillo: un poco de pan, queso, foie y jamón ya nos permiten disfrutar de un vino.
Su pasión por el vino es contagiosa. ¿Quién se la contagió a usted?
Creo que en mi casa hemos sido siempre unos enamorados del vino. Recuerdo que mi padre no nos permitía beber vino sin comentarlo. Quería que supiéramos que al beber vino estábamos haciendo algo que nos implicaba porque era parte del negocio familiar. Y eso me hizo ver que catar un vino era una liturgia interesante pero que, sobre todo, es un momento de reflexión que implica pararse con el vino en la nariz, en la boca, incluso con la vista para examinarlo en la copa, y buscar las palabras más adecuadas para describirlo o comentarlo. Aquí a veces pasamos por alto esa reflexión. En Francia, cuando uno va a cenar a una casa, el anfitrión siempre presenta a sus comensales el vino que va a servir y no lo hace para presumir, sino para que el invitado sepa que le tienes en gran consideración y quieres compartir con él un vino que a ti te gusta.
¿Cuándo se dio cuenta de que la empresa de vinos a granel que regentaba su familia podía ser algo más?
Lo que más me gusta en este mundo es hacer lo que quiero y veía que tenía a mi alcance los elementos necesarios para llevar a cabo el proyecto. Me hacía una gran ilusión ver que aquello que era de mi familia tenía posibilidades de convertirse en algo más. El que ni mi padre ni mi marido lo vieran tan claro como yo, y viendo todo el trabajo que había que hacer, y que hay que seguir haciendo, sólo significa que… ¡tenían razón! Y es que una bodega es como un hijo, siempre te está pidiendo atención. El sector vitivinícola es un mundo en el que el fallo es muy fácil pero, en cambio, conseguir una realidad de calidad que merezca la pena cuesta mucho y es fruto de un esfuerzo continuo.
Y sus hijos, ¿qué piensan de este mundo?
La tradición familiar tendrá continuidad ya que mis dos hijos trabajan en la bodega. Mi hija mayor, Victoria Díez-Caballero, hizo Sociología y esta formación le sirve para manejar los tiempos y los comportamientos sociales, algo que es muy interesante a la hora de anticiparse a las necesidades de los clientes. Antonio Díez-Caballero, mi segundo hijo, es biólogo lo que le hace entender el vino como un ser vivo al que hay que atender desde la viña para que llegue a la copa en toda su plenitud de aromas y sabores.
Este año ha confiado el diseño de la etiqueta de su vino “Victoria” a Ion Fiz. ¿Cómo surgió esta colaboración?
Ion ya me lo había sugerido en alguna ocasión pero no fue hasta el año pasado, durante una comida muy agradable en el Etxanobe, cuando esa idea tomó cuerpo y dio lugar a esta colaboración que ha tenido su puesta de largo en Madrid durante la pasarela Mercedes Benz Fashion Week Madrid el pasado 15 de septiembre. Los dos nos sentimos muy orgullosos con el resultado y esperemos que esta colaboración resulte fructífera para los dos. Lo realmente importante es que es un vino de una cosecha excelente y está buenísimo.
Ya que estuvo allí, ¿puede contarnos qué le ha parecido la última edición de la pasarela de Madrid?
No soy una persona que siga bien la moda pero, en cambio, como concepto y negocio me parece que tiene un interés enorme. De la pasarela Mercedes Benz Fashion Week Madrid, me ha impresionado la calidad de las modelos, la belleza de esas mujeres, la perfección de sus maquillajes y peinados… Pero todo eso me ha conducido hacia una reflexión y es que creo que, en el negocio actual de la moda, se tienen que repensar muchas cosas. Ha habido enormes cambios en las formas de vivir de la gente que han de trasladarse al sector textil. Conceptos como las temporadas primavera-verano y otoño-invierno, o día y noche, se están quedando obsoletos, no sólo por las exigencias laborales y los estilos de vida de quienes vestimos la ropa sino también desde un punto de vista empresarial. No tiene ningún sentido que una firma de moda quiera vender en Australia lo que hace una temporada presentó en París.
Por otro lado, creo que la moda tiene que apostar por dejar traslucir, cuanto más mejor, la personalidad de cada individuo. En un mundo globalizado y masificado como en el que vivimos, gana valor la personalidad irrepetible de cada individuo, y la ropa, a través de la versatilidad de los diseños, va a tener que permitir esa conquista personal del querer ser irrepetible.
¿Es esta visión de la moda y el diseño la que le lleva a participar en iniciativas como el concurso Bilbao International Art&Fashion?
Mi participación en esta iniciativa se debe, en primer lugar, a que creí que en Bilbao había, y hay, un talento creativo en moda que merecía la pena dinamizar y me pareció que la creación de un concurso de este tipo era una oportunidad de proyectar lo que aquí se hacía, entremezclado con lo que nos llega de otros lugares del mundo. También daba a Bilbao la oportunidad de seleccionar moda y seleccionar, en definitiva, es crear tendencias.
Por otro lado, este concurso es una forma de atraer a Bilbao la atención de las mejores escuelas de diseño del mundo. Con Bilbao International Art&Fashion, conseguimos que los mejores alumnos de escuelas de reconocido prestigio, como son Parsons de Nueva York o Saint Martins de Londres, nos conozcan y vengan a nuestra ciudad. De esta forma, la ciudad irá ganando progresivamente visibilidad en el mundo como un lugar en el que se hace una moda diferenciada de calidad, algo que supone un enorme valor añadido para Bilbao y sus diseñadores en un contexto muy masificado y globalizado.
¿Quién compone el jurado de esta edición?
Como siempre el jurado está compuesto por diseñadores y modistos locales de reconocido prestigio y trayectoria consolidada. Pero este año también queremos incorporar, una vez hecha la selección de los trabajos por los diseñadores de aquí, a una personalidad del mundo de la moda internacional. Pensamos que esta iniciativa dará mayor proyección al concurso en la prensa internacional lo que, sin duda, irá en beneficio del ganador.
¿Y quién será ese fichaje internacional?
Aún no lo sabemos. Tenemos en mente tres nombres y estamos en conversaciones con ellos, pero a día de hoy no hay nada definitivo.